Hoy, en La República, leí esta penosa declaración de uno de los dinosaurios del Congreso: “estamos en el gobierno y Humala no ha hecho ningún gesto de apoyarnos; y amor, con amor se paga”… Jorge del Castillo (que está en el Congreso por lo menos casi una treintena de años), al ser consultado por quién será la persona a la cual su partido apoyará en estas elecciones, dijo, que puede ser cualquiera (seguramente quiso decir: Luis Castañeda, Keiko F.; PPK), excepto Ollanta Humala. Penoso no porque queremos que el Apra apoye a Humala, ni cosa parecida. Penoso porque es la muestra de una realidad, de una verdad incómoda: los políticos y los partidos políticos del Perú, cada cual, trabaja solo en función de sus intereses personales y partidarios: las palabras nación y patria son apenas aguda y grave, respectivamente, o tal vez ni eso saben algunos.
Es cosa sabida: los políticos trabajan por el poder y para el poder; esto debe cambiar: los políticos deben trabajar desde el poder para lo que efectivamente, al menos en teoría, son elegidos: gobernar: gobernar desde el poder y para el pueblo: para lograr igualdad de oportunidades: para lograr una sociedad más justa, equitativa, solidaria, inclusiva: para lograr el desarrollo de una nación y no de unas minorías económicas: para lograr una sociedad más digna, más y justa.
“El amor, con amor se paga” puede interpretarse de dos maneras. Primero, en buen peruano, en el lenguaje de la “criollada”, en la jerga informal, significa, literalmente: “favor, con favor se paga”. ¿Eso fue lo que quiso decir Del castillo? Esto es una muestra de que los políticos nuestros solo velan por sus intereses personales y partidarios: no hay diálogo entre partidos. En segundo lugar: es cierto: ellos, postulan, ganan o pierden las elecciones y se olvidan de todo aquello que prometieron. Lo más lógico, lo coherente y lo esperado sería lo siguiente: si un candidato X gana las elecciones, estaría en la obligación moral y política de convocar a quienes fueron sus adversarios, trabajar conjuntamente con ellos, acoger las mejores propuestas, perfeccionarlas o adaptarlas a la realidad de la manera más conveniente posible: elaborar proyectos de Estado con carácter de ley de mediano y largo plazo: no solo planes de gobierno, no solo propuestas cortoplacistas que muchas veces quedan rezagadas, en el olvido y hasta menospreciadas por los siguientes gobiernos de turno. Esto es como debiera ser, pero no es.
No hay un verdadero interés por gobernar de una manera genuina y real. ¿Cómo se logra esto? La palabra está ahora latente, pero debe ser ya patente: concertación. Para que haya concertación se necesita voluntad política, compromiso, espíritu; trabajo intelectual y formación de las masas; sentido de justicia, equidad y honestidad. Concertación significa un acuerdo nacional, significa un único plan de gobierno, surgido desde los senos y las entrañas de todos los sectores (a al menos de la mayoría de sectores): concertación significa compromiso, respeto, sueño de nación, necesidad de ser Nosotros. Concertación significa acción y efecto de concertar, pactar, tratar, componer, ordenar, arreglar las partes de una cosa, o varias cosas… pero con un único objetivo: forjar una nación sólida, justa, equitativa y equilibrada: hacer que esta nación emerja desde sus diferencias y se haga una gran nación, significa peruanizarnos para ser uno y para ser Nosotros. Sin embargo, esto está lejos de la realidad: los políticos están lejos de llegar a hacer una gran concertación nacional, pero la necesitamos: cada candidato plantean la continuidad; todos prometen, y proponen más o menos lo mismo, defienden más o menos lo mismo; excepto Humala, pero Humala lleva consigo el sino de lo trágico en nuestro país; el otro lastre que nos azotó durante decenios: ¿autoritarismo?, ¿estatismo?, ¿retroceso? ¡Quién quiere inmolarse!
Todos creen que con los ataques, las pullas, la personalidad y la performance del individuo candidato ganarán más seguidores y lograrán hacerse del poder… y lo hacen. ¿Y las propuestas serias? Estas elecciones, como otras, se caracterizan porque los peruanos votan por la persona y no el equipo. He allí el resultado: zafarranchos, excentricidades, huachaferías, palabras, payasadas, pullazos y chuponeos por parte de los candidatos: deseos, fantasmas, sueños, frustraciones, decepciones, especulaciones, zozobra, incertidumbre por parte del elector.
¿Quién habla de crear igualdad de oportunidades? ¿Quién propone una verdadera reforma en la Educación? ¿Quién plantea la necesidad de mejorar la productividad agrícola de los campesinos, por ejemplo, del sur andino y la creación de mercados para este sector marginal y olvidado por los gobiernos centrales, pese a ser una de las regiones más ricas en explotación de minerales?¿Quién habla de invertir en tecnología y ciencia?¿Quién plantea la necesidad de desarrollar la industria nacional para generar una nación que genera su propia tecnología, y dejar de enfocar como fuente de ingresos únicamente a la exportación de materias primas?
Sí, la macroeconomía va creciendo de una manera poco usual, asombrosa; esto, según los expertos, se debe a la mayor expansión de la exportación de materias primas: ahora, por ejemplo, hacia el gigante asiático. ¿Qué va a pasar si esto se nos acaba?, si el gigante asiático decide terminar con esto, ¿volveremos a lo nuestro para suspirar de la bonanza que tuvimos y decir que tuvimos una segunda prosperidad falaz?
Se necesita invertir y no solo en obras públicas. ¿Cómo lograremos dar un paso significativo hacia el cambio? Debemos encontrar la forma de hacer uso de estos recursos para invertir y transformar el país en una sociedad sólida en conocimientos, valores, educación, justicia, equidad; pero invertir no solo significa hacer obras públicas. Invertir debe ser sinónimo de transformar, revertir el desarrollo no solo de la metrópoli y de las grandes ciudades capitales, sino lograr el desarrollo local, a través del desarrollo agrario y la igualdad de oportunidades, pero aquí no se invierte sino en sectores y rubros más rentables para ciertas minorías… ¿les importa acaso a los candidatos generar el desarrollo en las comunidades más remotas del país?
Invertir también en educación, cultura, arte. Debemos hacer uso del poder de la educación para transformar al hombre y las sociedades a las que pertenece. Pero esta educación debe ser humanista, crítica y reflexiva: para ello debemos echar mano a la historia, la literatura, la filosofía y las artes. Tenemos tanta falta de ciudadanía, falta de peruanidad e integración.
¿Quién, qué candidato plantea estos temas de fondo? ¿Quién discute estos temas en esta campaña? Según Alfredo Barnechea (en La República: 27/03/11), en América latina hay tres grandes actitudes entre los políticos: “Una, no hagamos nada, todo va bien; el tiempo y la inversión privada solucionará todo; hay otra que encarnaría Chávez, con el uso de recursos fiscales para la aventura (…) y una tercera posición (…), la socialdemócrata, que propone adoptar lo positivo del modelo (vigente) , pero al estado como una palanca de cambio para cerrar las asimetrías ”
Finalmente, lo que presenciamos en estas elecciones, no son ideas y propuestas concretas, sino promesas de gobierno; no propuestas sólidas ni intenciones de concertación, sino mediatismo, grosero oportunismo: más de lo mismo.
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