¿Qué es la telebasura? Nos preguntamos ahora. Muchas veces hemos hablado y escuchado de la ella. Es una realidad, está entre nosotros y… es pura mierda. Eso: basura pura y dura. La podemos definir como una forma de hacer televisón caraterizada por el morbo, el sensacionalismo, el escándalo público, la exposición de la vida privada de ciertos personajes, cuyos talentos máximos son su estupidez, su “cara bonita” y su falta de dignidad y pudor; y –en el peor de los casos— la exposición de la vida privada de ciertas personas –también de la farándula— que resultan ser sus ocasionales o asiduas víctimas involuntarias.
Llámase también telebasura a todo espacio televisivo en el
que se prioriza el enfrentamiento
personal, lo grotesco, lo vulgar, lo chabacano, el insulto, las peleas
públicas, la denigración de quienes participan en el programa, la agresión y la
violación de la intimidad de las personas… todo esto con un único objetivo:
obtener audiencia, solo eso. ¿Para qué y con qué objetivos? Con la única
finalidad de ganar dinero, ni más ni menos.
La televisión basura no
sirve. Denigra, enbrutece, estupidiza, ediotiza…
es tóxica, es una droga. Es contagiosa. Es peligrosa… Si hay alguien que está
leyendo esto que escribo y cree que miento o que exagero o que soy intolerante,
debe preguntarse y responderse ¿qué hay de bueno, divertido y educativo en
saber qué jugador tiró con qué vedette el último fin de semana, qué galán de “choliwood”
salió de qué discoteca con qué modelo de turno, qué personaje de la farándula
le quitó el marido a qué esposa despechada o qué protagonista (actriz, bailarina,
vedette, modelo) de qué programa basura
se besó con qué compañero del programa?, ¿qué hay de bueno, divertido y
educativo en mostrar el cuerpo semidesnudo, las curvas, los senos al aire, el
culo sobreexpuesto en horario de menores que pasan horas de horas pegados a la
telebasura en lugar de educarse, leer, criticar, reflexionar sobre los
problemas sociales del país, la corrupción, el caos o simplemente entretenerse
de manera constructiva?, ¿qué hay de bueno, divertido y educativo en cada uno
de esos programas de chisme, de farándula, de la vida íntima de las coristas de
tal o cual agrupación musical?, ¿qué hay de bueno en saber lo que dijo o lo que
no dijo una vedette a otra vedette?
No hay nada de bueno y en esto hay que ser irreductibles: solo hay mierda, náusea, vómito. Solo sirve para envilecer a la sociedad, para seguir perdiendo los valores, para seguir embruteciendo a las masas acéfalas. Los únicos beneficiados son esos políticos corruptos y mediocres que seguirán asumiendo el gobierno y esas empresas televisivas o no que tienen una visión únicamente mercantilista y consumista del capital y jamás se han planteado —en casi doscientos años de vida republicana— una visión, un proyecto de nación y de Estado. A este paso, seguiremos siendo esa republiqueta que siempre hemos sido. Seguiremos inflando nuestros pechos al enorgullecernos de la Inca Kola, el seviche, nuestros “bellos” paisajes, nuestra gastronomía… Y de educación, cultura, democracia, identidad, dignidad, conciencia cívica, libertad… NADA.
La telebasura tiene a
su teleaudiencia, ¡qué duda cabe! Y… entre ellos tiene a sus “defensores”. Los argumentos que estos esgrimen son tan tristes como
ellos mismos, y en el peor de los casos no son argumentos, sino una que otra rebuznada,
una falacia o algo muy parecido a ello.
Por ejemplo, una señorita aspirante a filósofa –Araceli Pinto
(Mi derecho a ver Esto es Guerra (sic.), en Diario Altavoz”)– nos suelta esta
falacia: "Los programas existen
porque hay gente que los quiere ver y no a la inversa". Me pregunto
quién quiere ver telebasura. ¡¿Los productores de la telebasura habrán hecho un
estudio, una consulta, un “referéndum” a los televidentes sobre lo que quieren
ver!? Jamás, de ninguna manera. Lo que sí hicieron fue realizar una mercadotecnia
o “marketing”, es decir, un conjunto de principios y prácticas que buscan el
aumento del comercio, especialmente de la demanda, para ganar más dinero.
Hicieron un estudio de los procedimientos y recursos tendentes a este fin. Esto
es: "a ver, qué podemos producir que le “guste” a la gente, que
entretenga, que atrape, que genere chismografía, que sea masiva". La
respuesta es obvia: basura; esto es, morbo, estupidez, chacota (mujeres calatas,
amoríos e infidelidades fabricados, peleas fabricadas, polvos comprados, etc.).
Decir aquello que cito arriba es tan estúpido como decir que las drogas existen porque la gente quiere drogas para divertirse. La droga existe porque hay personas que lucran con ella, porque hay mafias y comercio informal. Y existe, sí, es una realidad, pero no por ello es buena. La telebasura es igual que una droga y no es democrática como pretenden hacernos creer con ese tipo de falacias. No fue pedida ni elegida por la ciudadanía. La telebasura es una tiranía. Es la imposición de las empresas televisivas mercantilistas que producen basura sin importarles el daño social que causan en la población.
Y aquí nos suelta otra falacia: "La empresas (sic.) y el Estado han comenzado a entender que es necesario producir programas que sean entretenidos y educativos al mismo tiempo"... ¿Qué más podemos esperar de una heredera y admiradora de la basura de Magaly TV? Según esta señorita, Magaly Medina es una heroina y nunca debió ir a la cárcel porque su programa era educativo y entretenido al mismo tiempo.... y bajo esa misma línea, que Carlos Cacho es un héroe de la farándula, de la educación y del entretenimiento sano y constructivo que jamás debió ingresar a la cárcel.
Que alguien le informe a esta niña que estos personajes –junto con los actuales reyes de la telebasura que defiende– son los patrones del mal y que purgaron cárcel por hacer precisamente basura, pura mierda... Magaly Medina fue sentenciada a 5 meses de prisión efectiva, fue encarcelada en el penal de Santa Mónica. Su productor Ney Guerrero también fue condenado a tres meses de prisión efectiva por el mismo caso: por haber difamado al futbolista Paolo Guerrero.
En lugar de soltar semejantes falacias, ¿por qué no nos dice qué hay de entretenido y educativo en un programa basura como Esto es guerra, al que defiende ardorosamente? –y si no estaba hablando de ese su programa favorito, ¿por qué no nos dice cuáles son esos programas a los que alude y que son un ejemplo de la “bondad” de las empresas y el Estado preocupados en la necesidad de producir programas entretenidos y educativos al mismo tiempo? Esperaremos atentamente sus argumentos, sus reflexiones, sus razones: tal vez haya algo de cierto en aquello que afirma.
A todo esto, los defensores de la telebasura dirán: si no te gusta el programa no lo veas. Cambia de canal, apaga el televisor. Elige. Hace nueve años apagué el televisor. Tomé esa sabia decisión y no me arrepiento: es la mejor que pude haber tomado en mucho tiempo. Entonces: ¿por qué tanta bulla contra la telebasura, si no la veo y no me afecta? Es simple: porque soy un ciudadano con derechos y deberes, porque soy docente y tengo un deber sagrado con la educación de mi país, porque tengo una obligación ética y cívica con cada uno de mis estudiantes… y porque aspiro a formar parte de una sociedad más justa, más equitativa, más democrática, moderna y progresista.
La telebasura no tiene límites y por eso mi indignación.
Llega a todos los rincones del Perú y causa daños irreversibles. En los hogares
más humildes del país los televidentes
no tienen nada que elegir porque no tienen cable, y porque solo les llega a casa
dos o tres canales de señal abierta. Baste con citar un ejemplo: vengo del
distrito de Pullo, de la provincia de Parinacochas (Ayacucho). Una provincia de
al menos 29 306 habitantes. En el distrito de marras hay un promedio de 579
habitantes (campesinos, pastores, pequeños ganaderos). Hace diez años atrás no
había televisión, no había luz eléctrica ni antenas de televisión, ni teléfonos
celulares. Ahora ha llegado la “modernidad”, “el progreso” y con ello ha “mejorado
la calidad de vida”: ¡ha llegado la televisión basura! Estas personas sencillas,
humildes, se ven obligadas a ver telebasura porque no tienen otras opciones que
ver; a estos lugares remotos llegan
precisamente los canales de Esto es guerra, Combate, El valor de la verdad, La
paisana Jacinta, por citar algunos de ellos… No hay otros canales que ver. ¿Cómo
podrían elegir?, ¿qué de bueno, divertido y educativo podrán encontrar en medio
de tanta basura? Nada. Mejor dicho todo lo contrario: enajenación, exclusión,
estupidización.
Dicho todo lo anterior, yo les repregunto a los defensores de la telebasura: ¿qué clase de futuro tiene un país en el que uno no puede ver un programa decente, educativo, constructivo, cultural?, ¿cuál será el siguiente programa basura que se hará en nombre del lucro, la audición, el gozo personal, la libertad de prensa?
En suma, la gran mayoría de los medios de comunicación, en
lugar de ser una herramienta para informar, educar y formar una identidad y una
sociedad crítica, son una plaga de intereses económicos; mientras la desigual,
la viveza, la dejadez, el conformismo, la cultura de la “criollada”, el no
respeto por las leyes y normas más elementales de convivencia reinan y van en
aumentado. La televisión –lo reafirmo– es
una tiranía; igual que la guillotina, sirve para cortar cabezas. Es contagiosa,
adictiva, limitante… sin retorno. A fin de cuentas, solo sirve para seguir
embruteciendo a la ciudadanía y para engordar las billeteras de los dueños del
canal y del equipo de producción a costa de las víctimas y de los ciudadanos.
Luis Alberto Medina Huamaní
San Juan de Miraflores, 21 de marzo de 2014.
LECTURAS:
1. En Mi derecho a ver
Esto es guerra:
2. La telebasura en el
Perú
3. Las Falacias de la telebasura:
http://www.larepublica.pe/columnistas/tio-de-miercoles/falacias-de-la-telebasura-25-07-2012
VIDEOS:
1.
Marco Aurelio Denegri: La telebasura:
2.
Marco Aurelio Denegri: ¿Por qué no se lee?
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