Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Yo no soy un aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente,
como un demonio feliz, habla en cristiano y en indio,
en español y en quechua
(José María Arguedas: El zorro de arriba y
el zorro de abajo)
el zorro de abajo)
I. VIDA Y OBRA DE JOSÉ MARÍA ARGIEDAS: por un Perú cargado de poderosa sabia
El problema de la educación peruana ha sido siempre motivo de preocupación y debate. El sistema educativo peruano, ha mantenido como traba para su desarrollo la falta de estabilidad teórica y programática, Tradicionalmente, cada nuevo gobierno llega con sus planes y programas que no guardan relación de continuidad con los proyectos anteriores y se impone sobre estos.
Actores importantes de la educación en el Perú, además del Estado, son los maestros y los intelectuales. José María Arguedas Altamirano es uno de estos protagonistas que vivió y luchó por un Perú de “todas las sangres”, por una sociedad educada, inclusiva, intercultural, multilingüe, diverso, y más justo a pesar de todas las diversidades y la heterogeneidad. Se ha dicho y hecho mucho sobre la obra literaria y folclórica de José María; sin embargo, se conoce muy poco de su actividad y sus proyectos educativos como maestro de la educación básica regular y de su docencia universitaria. En el presente artículo, abordaremos precisamente los aportes de este intelectual peruano a la educación.
Antes de centrarnos en nuestro objetivo, repasemos, brevemente, la vida de José María Arguedas; conozcamos lo esencial de su biografía.
Nació en Andahuaylas el 18 de enero de 1911. Es hijo de la señora Victoria Altamirano Navarro y del abogado Víctor Manuel Arguedas Arellano, natural de Cusco. José maría es el segundo entre cinco hermanos, uno de los cuales fallece muy joven (Carlos), en Lima. En 1914, cuando José María tenía 3 años, fallece su madre, dejándolo huérfano y con una profunda e imborrable tristeza. Después de esta pérdida que marcará su vida y personalidad, su padre se casa con la acaudalada matrona de San Juan de Lucanas: doña Grimanesa Arangoitia, viuda de Pacheco, mujer de trato fuerte y carácter déspota; madre de tres hijos de su anterior matrimonio: Rosa Pablo y Ercilia.
Debido a este nuevo matrimonio, el abogado Vítor Manuel Arguedas traslada a José María a Puquio(1) en 1997. Desde entonces y hasta 1919 vive entre San Juan, Lucanas, Utek, Akola y Puquio, donde transcurren sus primeros años de estudio y el contacto con las comunidades indígenas quechuas se hace íntimo e intenso. Se nutre de la vivencia campesina y comprende la función de los roles sociales. Sus hermanos, en cambio, son entregados a los parientes más cercanos, se conocería ya de jóvenes.
La secundaria la realiza en distintos colegios nacionales: San Luis Gonzaga de Ica, colegio Santa Isabel de Huancayo, colegio Mercedarios de Lima. En 1931, a los 20 años, ingresa a la Universidad nacional Mayor de San Marcos y realiza estudios de Literatura (1937) y Antropología (1950).
En 1939 ingresa a la carrera magisterial como docente del curso de Castellano y Geografía en el colegio nacional Mateo Pumacahua de Sicuani (Cusco), luego en el colegio nacional Alfonso Ugarte y en el colegio nacional Nuestra Señora de Guadalupe (hasta 1948).
En 1942, es llamado para colaborar en la reforma de los planes de educación Secundaria.
Ejerció la docencia universitaria en La Cantuta, en San Marcos (1958-1968) y la Universidad Nacional Agraria de La Molina (1966-1969).
En 1969, el 2 de diciembre, fallece de manera trágica: una bala, producto de su propio accionar, le destrozó el cráneo el 28 de noviembre.
Arguedas tuvo una vida intelectual y literaria muy productiva. Así, entre sus obras destacan múltiples producciones. En cuento tenemos por ejemplo las siguientes publicaciones: Agua.Los escoleros . Warma kuyay (1935), La muerte de los hermanos Arango (19539), La agonía de Rasu Ñiti (1962), El sueño del pongo (1965), y Amor mundo y todos los cuentos (1967). En poseía tenemos lo siguiente: Túpac Amaru Kamaq aytanchisman. Haylli-taki. A nuestro padre creador. Túpac Amaru. Himno-canción (1962). Oda al jet (1966), Qollana Vietnam Llaqtaman. Al pueblo excelso de Vietnam (1969), Katatay y otros poemas y Huc jayllikunapas (1972). En cuanto a su producción novelística tenemos: Yawar Fiesta (1941), Diamantes y pedernales (1945), Los ríos profundos (1958), El Sexto (1961), Todas las sangres (1964) y su obra póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo (1978)
Hay que mencionar además su estudios etnológicos, antropológicos y del folclore: Mitos, leyendas y cuentos peruanos. Recogidos por los maestros del país y editados en colaboración con F. Izquierdo Ríos (1947), Canciones y cuentos del
pueblo quechua (1949), Cuentos mágico-realistas y canciones de fiestas tradicionales - Folclor del valle del Mantaro (1953), Puquio, una cultura en proceso de cambio (1956), Estudio etnográfico de la feria de Huancayo (1957), Evolución de las comunidades indígenas (1957, Premio Nacional Fomento a la Cultura Javier Prado en 1958), El arte popular religioso y la cultura mestiza (1958), Cuentos mágico-religiosos quechuas de Lucanamarca (1961), Poesía quechua (1966), Las comunidades de España y del Perú (1968), Señores e indios - Acerca de la cultura quechua. Compilación de Ángel Rama (1975), Formación de una cultura nacional indoamericana (1976).
II. JOSÉ MARÍA ARGUEDAS: la educación peruana, el folclore y el problema lingüístico
“Vivo todavía convencido que nací para esta profesión”, decía Arguedas al referirse a su labor como docente hacia la década del 60. “Mi casa de todas las edades es esta: la Universidad. Tanto cuanto he dicho mientras tuve energías pertenece al campo ilimitado de la universidad y a mi devoción por el Perú y el por el ser humano”, así se refería a la universidad, lugar donde laboró por muchos años y en que se sintió más a gusto.
Para entender la labor académica, intelectual y magisterial de Arguedas, hay que revisar algunas de las características del contexto histórico social de la primera mitad del siglo XX. Entonces había desigualdades socioculturales muy marcadas: existía una clase dominante y una clase dominada; una cultura hegemónica y una cultura subalterna(2) . En la sierra se había instaurado un régimen semifeudal en el que terratenientes y gamonales habían establecido un yanaconaje y un sistema de opresión a los integrantes de las comunidades indígenas. Había una marcada tendencia a la dependencia en el campo y en la ciudad.
Dentro de este marco socioeconómico, la educación es solo un privilegio de las clases dominantes y está marcada por la cultura hegemónica. Entonces era común y natural escuchar este tipo de expresiones: indio leído, indio rebelde. Se creó universidades como la Agraria e Ingeniería como meros centros de capacitación para el manejo de las fábricas y las haciendas de los “grandes señores”. Hacendados y oligarcas instrumentan escuelas y maestros al servicio del espíritu feudal y ccombatieron y persiguieron a maestros y escuelas cuando los indios intentaron acceder a la educación.
Años después, sin embargo, esta situación cambia: las escuelas y los maestros fueron conquistando un lugar y una legitimidad profesional no vistas antes gracias a la presión campesina y a la acción democrática y crítica de algunos intelectuales. Pero siguieron funcionando lejos de las necesidades y aspiraciones reales de los educandos y de los intereses del país. Carentes de ciencia, cultura y democracia, las escuelas recrearon los prejuicios y los problemas de su entorno social. Son muestras de creaciones literarias que reflejan aspectos de aquella realidad obras como Paco Yunque de César Vallejo, El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría y Los ríos profundos de José María Arguedas; entre otros.
Sin embargo, en términos de Wilfredo Capsoli Escudero
“cuando la sociedad se moderniza, cuando los espacios se reducen, por la infraestructura vial y por la comunicación; el espíritu feudal es desplazado por la filosofía capitalista. Una filosofía que cultiva el individualismo. Fomenta la competencia dejando de lado o pasando por encima los disminuidos física o socialmente. Lo ostentoso y lo deshumanizante campearán receptando ansiosamente lo foráneo en desmedro de lo nacional y lo popular”.
En tales condiciones, entonces, la escuela no ha cumplido su papel liberador, no ha logrado impulsar la socialización, la cultura democrática ni mucho menos la solidaridad y el ejercicio de la crítica.
Es en este contexto en el que encontramos a José María Arguedas. Su principal preocupación durante su carrera magisterial fue el problema del multilingüismo, la castellanización y el de la alfabetización del país multicultural. “¿Cómo hacer que mis actores, los indios, que hablan y piensan en quechua pasen al castellano?” se preguntaba entonces.
Arguedas fomenta un nuevo método de enseñanza y aboga por la educación cultural:
“Voy a comenzar una clase especial para los alumnos indios del primer año. Tengo un plan serio de investigar hasta qué punto influye el quechua en el castellano y en qué proporción han de progresar en el aprendizaje del español con el método que voy a emplear. Emplearé un método combinado de enriquecimiento de léxico y de esfuerzo por despertar la inquietud interna del alumno” (En Forgues: 1993: 108-109).
Reflexiona sobre la función educativa del idioma como instrumento de aprendizaje y de inclusión social. Del mismo modo, cuestiona a los educadores que implementan la forma impositiva del castellano porque “deja una secuela traumática y retarda la aprehensión de dicho idioma”. Aboga por el método cultural: lo persuasivo (frente a lo impositivo) y lo gradual van de la mano. De esta manera, Arguedas busca enseñar el castellano no solo como un código externo, sino interno: que los nuevos estudiantes se sientan identificados con el nuevo idioma y lo manejen con toda naturalidad.
El folclore también fue materia de su preocupación y valiosísima herramienta como educador e intelectual: “El folclore puede servir a los educadores como una fuente, proporcionando material para la educación misma… puede servir como información para conocer el espíritu, el modo de ser de los estudiantes y de los padres de familia de la comunidad donde uno trabaja”. Pues conoció directamente el pensamiento mágico andino con sus distintas manifestaciones artísticas y culturales. En las danzas, canciones y mitos quechuas, Arguedas vio un recurso pedagógico. Para el hombre andino, la danza y la música son fenómenos espirituales que interrelacionan lo natural con lo humano; lo individual con lo colectivo.
“El indio no aprende porque es bruto y torpe” decían los “mistis” y los maestros; y hasta los mismos padres decían y se convencían de su torpeza para el aprendizaje del castellano y de las diversas materias impartidas en las aulas. Arguedas luchó y condenó este tipo de pensamiento; por ello, en 1966 auspició una mesa redonda sobre “El monolingüismo quechua y aimara”, en la que participan: Alberto Escobar, Augusto Salazar Bondy, Emilio Barrantes, José Portugal, entre otros. La conclusión a la que llegaron fue que la educación oficial ignoró el fenómeno del plurilingüismo y la multiculturalidad.
Sostiene Arguedas que educar en castellano es usar un código ajeno para enseñar y transmitir modos de ser ajenos. La función de la escuela, en este sentido, es denigrante, deprimente y una actitud absurda. En su opinión, el quechua es el arma y punto de partida de la alfabetización. Se debía educar y alfabetizar en quechua, o al menos la acción educativa debía ser bilingüe e intercultural. Para demostrar la vitalidad y capacidad creadora de la lengua quechua escribió el “Himno canción a Túpac Amaru” y el cuento “El sueño del pongo”
“Si no sabemos cómo piensa el pueblo, ¿cómo podemos educarlos?, decía.
En Sicuani, pone al folclore al servicio de la educación: incentiva a sus alumnos a componer poesías, relatos y comentarios inspirándose en la vida cotidiana del pueblo andino: busca asociar la potencialidad regional a la tarea educativa (naturaleza, trabajo, costumbres, mentalidades y tradiciones). De este modo vinculó el presente con el pasado, la escuela con la comunidad y la fabulación con la realidad.
Finalmente, ya para terminar, José María Arguedas es un intelectual esencial del Perú que con su magna obra (novelística, cuentística, antropológica, folclórica y magisterial) contribuyó a la valoración artística y social de las comunidades indígenas quechuas `postradas por siglos en el país. Vivió y luchó, infatigable y proverbialmente, el maestro José maría Arguedas: “Por un Perú cargado de poderosa sabia, por estudiantes llenos de generosidad impaciente y por maestros verdaderos que obran con generosidad sabia paciente”
Actualmente hay un proyecto educativo nacional que busca una educación intercultural, inclusiva, liberadora y democrática; sin embargo, hay una baja inversión en educación y la extensión de prácticas de corrupción ha sumen a la educación peruana en una profunda crisis y generan que hoy los estudiantes no logren los aprendi¬za¬jes más elementales. El Perú se ubica entre los países latinoamericanos de menor de¬sem¬peño, brecha que pone en riesgo cualquier estrategia de mayor competiti¬vidad y de integración del país a la re¬gión y a mercados internacionales.
BIBLIOGRAFÍA
ARGUEDAS, José María. (1983). Obras completas. Ed. Horizonte.
ARGUEDAS, José maría. (1972). El zorro de arriba y el zorro de abajo. Ed. Lozada. Buenos Aires, Argentina.
FORGUES, Roland. (1993). José María Arguedas. La letra inmortal. Correspondencia con Manuel Moreno Jimeno. Edic. de Los ríos profundos.
PINILLA, Carmen María. (2004, Recopilación y notas). José María Arguedas. ¡Kachkaniraqmi!¡Sigo siendo! Textos esenciales. Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima (Perú).
4 comentarios:
muy intereante
Es importante resaltar la labor educativa de Arguedas.Función que muy poco se conoce y difunde. considero que esa vocación docente y su tarea incesante en la recopilación de hechos folkloricos le permitio postular una educación intercultural teniendo como base el conocer al poblador andino asi como sus conocimientos. Tarea que hoy el magisterio nacional descuida imbuido por tendencias externas. Felicitaciones por el articulo.
Gracias Fox mulder por el comentario; sobretodo por interesarte por la labor intelectual y pedagógica de nuestro maestro José María Arguedas, que este año está de centenario... Saludos.
Así es estimado Hugo. Muy pocos conocen, valoran, difunden o estudian la labor pedagógica de José María. Arguedas ha sido, y aún lo es, un maestro verdadero: su compromiso, preocupación y trabajo intelectual está hoy más vigente que nunca. Hoy se habla en el Proyecto educativo Nacional de una educación intercultural, tolerante y democrática; se habla de una educación inclusiva en todos sus niveles... sin embargo esto es aún un documento teórico, "papel muerto", en buen peruano; esperemos a que sigamos creciendo como naciendo, tomando como ejemplo la labor de José María Arguedas... Saludos.
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